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La Hacienda

En la actualidad, la Casa puede tener unos cuatrocientos metros cuadrados de construcción y parece que fue terminada en su totalidad hacia 1924, por su propietario. De acuerdo con la mencionada escritura, las dos casas corresponden hoy en día, a los costados norte y oriental de la casa que indudablemente son secciones más antiguas. La casa tiene un patio central que da acceso a las zonas social, habitacional y de servicios y se sostiene en 22 columnas de madera de la misma altura, las cuales se encuentran adornadas con materas sembradas con diferentes clases de flores. Sus puertas y ventanas son de madera de diferente grosor, altura y anchura y distintos labrados. Los techos de paja y de teja de barro, las paredes de tapia pisada y el adobe, flores que embellecen el jardín, el buen número de alcobas hacen a la casa de la hacienda Normandía un lugar adecuado para diferentes actividades sociales y culturales.

Contexto

 

Para entender el diseño de la Casa de la Hacienda Normandía hay que recordar que hasta que llegó el automóvil a Colombia, la gente se desplazaba en tren, o en carrozas ya fueran jaladas por caballos o bueyes, a caballo, en  mula o a pie. Estas restricciones, en los desplazamientos, las cuales se acentuaban en épocas de fuerte invierno, obligaban a los propietarios de las haciendas a permanecer, con su familia y amigos, por grandes temporadas en ellas, en especial en vacaciones, para lo cual era necesario disponer de áreas sociales, habitacionales y de servicios amplias y cómodas y en especial una despensa bien surtida.

 

La Casa actual de la Hacienda Normandía es de tipo colonial. Las construcciones que sirvieron de base para lo que hoy es ella, fueron adquiridas, por don Pedro María Ortega Salas, a la señora Tomasa Anjel de Cortés mediante escritura el 11 de agosto de 1919 de la Notaria de Guatavita. En dicho documento se describen como “dos lotes de tierra. El primero…El segundo lote formado por las casas de la Venta, sus huertas y corralejas” que constan en un Plano Topográfico de 1874.

Fachada principal

 

Junto con la fachada occidental son es la sección más antigua de la casa, construidas en adobe y paja. La fachada principal o el costado norte, consta  de dos puertas de acceso a la casa principal y una serie de ventanas que dan luz a varias habitaciones.   La primera puerta da entrada a un hermoso patio central, decorado con unas jardineras sembradas de diferentes tipos de flores y en cuyo centro se observa un antiguo y aún productivo árbol de feijoo. Este patio da acceso a todas las zonas de la casa.

La pesebrera

 

La otra entrada da acceso a las pesebreras, lugar en donde se guardaban y se alimentaban los caballos, para evitar cogerlos varias veces al día, ya que era el único medio de movilidad disponible para recorrer y administrar la finca. La pesebrera es el mejor sitio para observar en detalle la distribución y amarre de los listones que sostienen el techo de paja. Por este acceso se llega también al patio central de manera que las dos entradas se unen.

En este costado norte, así mismo, se encuentra una pequeña habitación, hoy en día una oficina, un Oratorio  y  tres habitaciones. Los muros de esta ala son de tapia pisada y el techo es de paja. Esto nos lleva a pensar que es la parte más antigua de la casa, muy anterior a la fecha de compra en 1919. La tierra para continuar la construcción de la casa venía de los potreros de la finca. Las ventajas de usar este material eran muchas. Se extraía de sitios cercanos a donde se iban edificando las paredes, era una técnica conocida por los indígenas, quienes, como mano de obra, las construyeron. También tenía la facilidad de moldearla y de mantenerla. La paja se obtenía del trigo que se cosechaba en grandes cantidades, gracias a la calidad de la tierra y el régimen particular de lluvias.

El oratorio

 

Debido a las largas distancias que separaban las haciendas de las poblaciones, la mayoría de los propietarios de estas haciendas, ordenaban la construcción de una pequeña iglesia u oratorio, para poder cumplir con los preceptos de la iglesia católica. Esto se facilitaba además debido a que por lo general en las familias había un sacerdote, quien gozaba del permiso de la jerarquía de la iglesia, para celebrar los ritos religiosos fuera de su parroquia. Los oratorios también eran aprovechados por los vecinos del lugar para recibir los santos sacramentos.

La autorización para que en el Oratorio de la Casa se pudieran celebrar algunos sacramentos fue dada por el Arzobispo de Bogotá, Bernardo Herrera Restrepo en 1922. El altar y demás ornamentos sagrados fueron traídos de algunas iglesias de Bogotá.

Fachadas sur y oriental

 

Los costados sur y oriental de la casa quedaron construidos alrededor de 1924. Las paredes son de adobe y los techos en teja de barro y no se continuaron en paja. La razón principal fue que con el tiempo, la siembra del trigo en la finca fue desapareciendo y sustituida por la crianza de ganado normando. En el costado sur se encuentra las áreas sociales y de servicio y el costado oriental se ven dos habitaciones y dos baños.

Camino del Gone

 

Otro elemento importante que ayuda a calcular la  antigüedad de la parte norte y occidental de Casa es el hecho de que por su frente pasa un camino indígena, conocido desde hace siglos, como el “Camino del Gone”, el cual comunicaba a Zipaquirá con pueblos indígenas como Tocancipá, Guatavita, Sesquilé y Gachancipá. Por este camino transitaban, entonces, los indígenas que venían de estos pueblos para intercambiar sus productos artesanales y otros productos, principalmente por sal. Así mismo, transitaban por él, los hacendados en sus coches o a caballo, para hacer sus negocios, los empleados civiles y militares y los comerciantes de ganado, de caballos y los  productores de diferentes cosechas. Desde su fundación, en 1623  Zipaquirá, fue un  pueblo importante económica y políticamente debido a las minas de sal, su feria de ganado y su localización estratégica respecto a Bogotá.

Del trazado original del “Camino del Gone” se conserva muy poco, pues gran parte fue utilizado para la construcción de la vía actual que une a Zipaquirá con Tocancipá, la cual se inició hacía 1900, de manera que se pudiera disponer de una vía menos peligrosa para las yuntas de bueyes que se utilizaban para transportar el carbón que se obtenía de las minas de la finca el Arenal.

La Venta

 

El predio comprado por don Pedro María Ortega, en 1919 se denominaba la “Venta”. Por este nombre y el frente de la Casa al Camino del Gone lo más seguro es que estos predios constituían un lugar de descanso y/o alojamiento de las personas que transitaban por este camino a diferentes destinos. Las corralejas eran para que el ganado y los caballos pastaran y la huerta para cultivar verduras y hortalizas.

Finalmente hacia 1923, la Casa  junto con los potreros que con el tiempo la fueron conformando, dejó de llamarse la Venta, para ser identificada como Normandía, región del Norte de Francia de donde es originario el ganado normando.

© 2015 por Hacienda Normandía

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